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Palabras del Presidente Gustavo Petro en la instalación del programa de Ollas Comunitarias en el sector de Coyongal
A la comunidad coyongalera, que ya me explicaron de donde viene el nombre, y las personas que han venido de otros corregimientos, de otros municipios.
Al alcalde encargado, que está aquí, presente, Isaac Valdelamar.
A los presidentes de la Acción Comunal que han intervenido y que nos han acompañado, la mayoría mujeres.
A la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Panceguita. Gina.
A los funcionarios del Gobierno Nacional que están aquí, acompañándonos.
A los medios de comunicación regionales, que vi algunos por ahí.
Y en general, a toda la ciudadanía, les agradezco su hospitalidad, recibirnos en estas fechas, donde la gente, pues, ya está en otra lógica, para hablar, obviamente, de problemas, que es lo que tenemos, y bastantes.
Antes de hablar de los problemas concretos, que ustedes nos han mencionado, es bueno que sepamos, porque tenemos que ser conscientes de ello, de alguna manera, toda la sociedad colombiana en general, que estos no son desastres naturales.
Hoy mismo, los gringos, están padeciendo de un frio que no sentían nunca antes, hace mucho tiempo. Las fotos que llegan de por allá es como si fuera el polo norte. Han muerto 50 personas, yo creo que ya van más. Muchas de las personas que tenían en las calles, de mendigos, de personas que estaban en circunstancias muy deplorables han muerto de frio.
Entonces, la pregunta es: ¿Por qué está pasando eso? Son diferentes fenómenos climáticos. En unas partes son huracanes enormes. En otros son tornados. En otros son momentos de frio intenso, en otros son eventos de calor que matan más que el frio. En otras son las inundaciones, como aquí hemos padecido. En otras oportunidades son las sequías.
Pero en general, ustedes pueden observar, lo que antes no sucedía tanto y ahora cada año, cada año es peor. Son puntas del clima cada vez más duras, más agresivas.
A eso, como aquí alguien lo nombró, se le llama cambio del clima, cambio climático, es que el clima ha cambiado. No es en el último millón de años, ha cambiado ahora, y cada vez se vuelve peor, porque no es un fenómeno natural, es un producto de la humanidad.
Nosotros, no todos, no ustedes; en general, no Colombia, no América Latina, sino las sociedades más ricas del mundo están cambiando la química de la atmósfera a partir de los gases que su industria, sus consumos, cada uno con su carro, por ejemplo, con el uso del aire acondicionado en cada casa, con cantidades de cosas que compran, que no le alcanza la casa ni para guardarlas, van cambiando a partir de esas emisiones –que se llama de gases efecto invernadero– la química de la atmosfera.
Entonces el planeta –por eso se llama invernadero– se calienta cada vez más. Es imperceptible a veces. Pero ese cambio trae unos cambios dramáticos en todo el planeta de los estados del agua.
Los bloques de hielo se derriten, pero no en pequeñas cantidades, como en un vaso de los que usamos nosotros, sino a escala planetaria.
Las aguas líquidas se evaporan, forman enormes nubarrones sobre el océano, por ejemplo, que cuando chocan producen momentos de alto invierno, altas caídas de agua y se producen, por ejemplo, dado que casi toda el agua de Colombia llega al Caribe, puesto esto que ustedes han sufrido: inundaciones que no se registraban antes, eran menores, pero cada vez van a ser peores.
Y eso es lo que yo quiero que entendamos. Es decir, que no estamos en una circunstancia que, por el azar, de pronto, pues, fuimos de malas y nos cayeron más aguaceros de los que habían ocasionalmente, sino es que cada vez van a ser peor. Y no solamente en términos de inundaciones, ya verán ustedes cuando empecemos hablar de sequías.
Es una situación que no solo es de Colombia, es del mundo. Y que los culpables de eso no son los colombianos ni los latinoamericanos ni en general las sociedades pobres del mundo, que no emiten de esa manera, sino las capas más ricas de la humanidad.
Tener en cuenta esto significa, en cierta forma, ponernos pilas, porque nosotros creeríamos –es más, de nuestra alma de nuestro corazón, tratando de ser optimistas siempre– que esto pasará y no volverá y entonces las cosas volverían a ser como antes y resulta que no.
Y eso nos obliga, no a sentarnos a llorar. Hay una lucha mundial que librar, porque este es un problema que solo se soluciona a escala mundial.
Hay que dejar de consumir petróleo y carbón y quienes lo hacen pues son los más ricos del mundo. Esa es una lucha mundial.
Pero, aquí en donde vivimos, nos toca adaptar la humanidad que vive en el territorio para que no sufra, por lo menos en los primeros años y décadas, las consecuencias de esta crisis climática que cada vez va a ser peor.
Para eso tenemos que organizarnos, parte de este esfuerzo tiene que ver con eso. Nos reunimos un 27 (de diciembre de 2022) y es para entender que es lo que está pasando, por qué sucedió lo que sucedió, por qué volverá a suceder, por qué puede ser peor dentro de unos años o puede ser peor, la sequía, alguien lo mencionó aquí.
Es decir, si no nos organizamos las circunstancias de la vida van a ser cada vez peores.
Se le exige a un Presidente no llenar de cinismo, pero es que hay que poner las cosas sobre la realidad o sino nos golpean.
Eso implica varias cosas. Indudablemente, tenemos alcaldes en el país, alcaldesas en general, mil y pico municipios, que no conocen de esto, que no se han puesto a leer de esto, quizás no les ha llegado la información.
El Gobierno Nacional –y esa es una primera tarea que le consigno, doctor (Javier) Pava (Sánchez, Director general de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres –UNGRD)– deben enseñarle, en general, a los líderes locales, no solamente a los alcaldes y alcaldesas, sino concejales, dirigentes sociales, dirigentes populares, iniciar los cursos –se puede hacer con el SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), se puede hacer con alguna institución que tenga esa capacidad pedagógica– de enseñar que es el cambio climático, que sepamos a qué estamos enfrentados.
Esto es gigante, ni más ni menos, porque es los movimientos del planeta en la atmósfera, pero producidos por el ser humano.
Esa la labor de enseñanza debe comenzar ya. La sociedad colombiana no puede enfrentarse a ese tipo de problemas de manera ignorante.
La ignorancia nos puede llevar a errores que ya lo hemos visto. Por ejemplo, alcaldes que se aprovechan de las circunstancias de víctimas para hacer contratos rápidos a sus amigos y se pierde la plata, cuando esto cada vez va a ser peor. Esa es una actividad casi que suicida, porque está dejando al territorio sin los elementos para defenderse a la población, sin la posibilidad de defenderse, y al final hasta ellos mismos van a ser los perjudicados, porque viven aquí mismo.
Entonces, digamos, esa mentalidad fácil que tiene que ver con la ignorancia, por lo menos, debemos evitarla, que la gente se dirige a Colombia a nivel territorial sepa que es lo que está pasando. ¿Por qué hay estás inundaciones? ¿Por qué el huracán pasa por San Andrés? ¿Por qué La Guajira se inunda siendo un desierto? ¿Por qué caen sequías? ¿Por qué hay granizadas en las partes altas mucho más fuertes que nunca? Etcétera, etcétera, etcétera.
¿Por qué el desierto avanza sobre el Caribe colombiano? ¿Por qué las tierras son, cada vez, menos fértiles? ¿Por qué los nutrientes de las matas son cada vez menores? Entonces, necesitamos más arroz para producir los mismos nutrientes que antes, que al final, lo que la gente demanda no es el arroz en sí mismo, sino los nutrientes que tiene el arroz, etcétera. ¿Por qué sucede lo que sucede y como lo enfrentamos?
Entonces, esa labor pedagógica de toda la sociedad colombiana, que implica usar la televisión, que implica programas didácticos, para que cualquier campesino sepa de dónde vienen las causas de lo que está sufriendo me parece importante, porque lo segundo es que en las crisis –y van a ver muchas–, no más miren ustedes los tres últimos años, el covid, después el alza de los alimentos en el mundo, que vino y, entonces, nos multiplicó por tres el precio de los fertilizantes, del maíz y de lo que importamos, la élite colombiana muy acostumbrada a importar alimentación y se subió tres veces su precio, y como ya no teníamos aquí, sino escasas producciones, pues ahora la gente tiene es hambre, porque no puede comprar al precio que venden los supermercados, los alimentos.
Y entonces son millones de personas las que hoy tienen más hambre que ayer. Y, para producir nuestros campos necesitamos tiempo, necesitamos, otra vez, incluso, aprender en muchas regiones a cultivar. Es un proceso que se demora y el hambre no da espera.
De estas crisis tenemos, entonces, que sacar organización y una mejor manera de enfrentar el problema para que no suframos ni nuestros niños sufran lo que hasta ahora han sufrido. No se trata sólo de entender porque, sino qué hacer.
Pava ha dicho cosas que son ciertas pero que son difíciles de entender. Cualquiera, frente a una inundación como estas que hemos visto, y que todavía están ahí, dice:
—Hagan jarillones, hagan muros, canalicen ríos, hagan como en La Mojana, tapen Caregato –que Caregato es una entrada del agua, pero no lo única–, que por todos lados se salió el agua.
Entonces, uno dice, si claro, eso es lo que hay que hacer. Y resulta que, todo indica que eso no es lo que hay que hacer, que, si lo hacemos, claro, vale un billete, hay que contratar, pero un invierno todavía más fuerte que el que vivimos acaba con todo eso. Y la plata quedó enterrada y el problema se volvió peor. Como lo acabamos de ver ahora respecto al pasado.
Resulta que es otra la manera. Por lo menos, de la gente que ha estudiado este problema de la crisis climática nos dice: es que no es contra el agua, es con el agua que nos toca manejar la producción que nos hace pobres o medio ricos. La producción la tenemos que manejar no contra el agua sino con el agua.
Aquí propusieron sembrar alevinos en la Ciénaga, para desarrollar la pesca, porque ya una gran parte de la población, tradicionalmente, es pescadora. Es decir, ya sabía producir con el agua, pues eso hay que hacerlo.
Si vamos a tener grandes cuerpos de agua, ojalá la sequía no lo seque después, pues esos cuerpos de agua deber dar alimentación.
La alimentación de una región no puede depender de las importaciones. Cuando el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) entrega Bienestarina está cometiendo un grave error, porque la Bienestarina es productos importados al por mayor. Ellos lo hacen, lo combinan en las fábricas, hay un contratista para eso y reparten a los niños, donde no se las roban.
Pues no, porque para lograr que los niños estén nutridos, lo que tenemos que lograr es que territorio produzca la comida suficiente en el mismo territorio, donde viven los niños, con la comida que se puede producir en ese territorio y no importarla.
Hoy la Bienestarina debe estar costándonos un ojo de la cara por estarla importando, cuando el territorio puede dar la alimentación.
Si el Estado y el Gobierno ayuda eleva la rentabilidad de los productos que se pueden conseguir en el territorio.
Claro que nos toca volver a sembrar maíz, indudablemente, y arroz, y cereales en general, y claro que tenemos que ver que esos cuerpos de agua que nos rodean vuelvan a dar alimentación a través de los peces, evitar que el mercurio llegue a esas aguas, porque ese es otro problema vía río Cauca, del nordeste antioqueño, que está llenando esta región de mercurio. El mercurio en los animales pasa al ser humano y eso no se va, va produciendo una serie de enfermedades irreversibles.
Todas estas problemáticas nos toca solucionarlas, pero no lo vamos a poder hacer sin la comunidad y de manera organizada.
Por eso estas reuniones tienen este interés, empezar a organizar la respuesta, no para ahora, solamente, sino para los próximos años, para cuando estos chiquitos y chiquitas sean grandes, porque vivirán circunstancias peores. Y si no logramos adecuar el territorio pues se irán de aquí, que más van a hacer, a donde ellos crean que tienen un mejor vivir. Y van dejando estas tierras en manos de viejos tristes que al final, pues simplemente, como el ciclo de la vida, terminan muriendo y el territorio termina también muriendo.
Las Ollas Comunitarias
Entonces, el qué hacer me parece fundamental no solamente como la urgencia. Por ejemplo, las Ollas Comunitarias son una medida de urgencia. Aquí estamos para eso: una plata ya, ver cómo se organiza una comunidad y hace el fogón, la olla, y la gente pueda comer dos veces al día.
Eso, porque no hay comida. Entonces, ¿qué? ¿Dónde se compra la comida? No está ahí. Y hay gente con hambre y hay niños con hambre. Y lo que menos puede haber es niños con hambre, porque se va afectando su sistema cerebral irreversiblemente, y ahí no hay nada qué hacer si los dejamos desnutrir.
Luego estas son medidas de urgencia, entregar un billete, un mercado, como hacían antes, en una caja, etcétera. Son urgencias.
Claro que la Alcaldía debió priorizar las circunstancias de desastre que se estaban viviendo en buen parte del territorio de Magangué y de Bolívar, hablando a nivel departamental. Creo que Bolívar fue la región más afectada del país, si hacemos las cuentas hoy.
Entonces, obviamente, en la región más afectada ahí no hay más que pensar. La prioridad es que la gente, al menos, coma; que la gente, al menos, pueda dormir en un lugar seco. Las medidas de urgencia.
Un sistema alimentario a largo plazo
Pero las medidas de urgencia no nos solucionan el problema. Nos sirven para paliar los días que estamos viviendo, sobrepasarlos. Pero hay que establecer ya las medidas que, de más largo plazo, nos permitan que podamos vivir bien, a pesar de que los inviernos empeoren o las sequías empeoren.
Para ello tenemos que tener un sistema alimentario diferente al que tenemos en Colombia.
Es decir, los alimentos no solamente se deben conseguir en el supermercado la tienda. Habrá gente que los pueda comprar, muy bien. Pero hay gente que no los puede comprar. Y entran en el hambre.
Por tanto, debe haber otro sistema paralelo de abastecimiento alimentario en Colombia. No nos lo resuelve la Olla Comunitaria.
¿Cómo lo construimos? Comprando cosechas. En el balance que tengo, no fue posible comprar una sola cosecha en estos meses. Cosechas que a veces quedan abandonadas por ahí, porque terminan siendo más baratas que el transporte.
El Estado debe aprender a comprar cosechas y a llevarlas a donde la población tiene hambre.
Si se compran cosechas, estamos ayudando a aumentar la producción y la sostenibilidad alimentaria del país. Es más, estamos ayudando a que el campesino pueda tener mejores ingresos. Cosechas, no solamente agrarias, también pesca. Los alimentos que necesitamos.
Ese aparato del Estado que permite comprar cosechas llevarlas y ponerlas, sea en una asociación de tenderos de la región, puede ser, sea en unos establecimientos propios del Estado, como era antes, para vender a bajo precio que el que hay en el supermercado, ese sistema lo tiene que empezar a implementar la UNGRD, porque es precisamente para defendernos de la crisis climática.
Va más allá de la Olla Comunitaria. Es más difícil, más complejo. Necesita también organización comunitaria.
¿Cómo este territorio va a recibir los alimentos y en dónde se ponen? ¿Cómo, alimentos comprados en Colombia a los campesinos de Colombia? ¿Cómo esta región puede producir –vamos a suponer– pesca, y poderla comprar el Estado, para ponerla en donde se necesitan los nutrientes que salen del pescado, para la población más pobre del país?
Si esto lo pusiéramos en La Guajira, por ejemplo, en La Guajira no morirían tantos niños de hambre. Pero a La Guajira se lleva es Bienestarina. Lo que hace el ICBF, hasta el día de hoy, es llevar Bienestarina, no construir las condiciones en La Guajira que permitan alimentar a su población.
Es decir, en La Guajira no compramos la pesca que recogen los wayúu. En La Guajira no compramos el arroz que producen en el sur de La Guajira los granjeros, que son hartos. No compramos sus productos. Esos van para Valledupar. La pesca la comprará una multinacional por allá, para exportar pescado. Y la gente de La Guajira se queda sin qué comer.
Entonces, digamos, estos sistemas de lograr soberanía alimentaria en el territorio, no solamente en el país, me parecen fundamentales si queremos de verdad derrotar el hambre e implican que el Estado los construya, que el Gobierno construya eso.
Tema de vías en la región
Aquí han hablado de las vías. Ahí estaba mirando un poco el mapa, e indudablemente, Magangué está un poco más lejos que Pinillos, según el mapa, no sé si me equivoque, ustedes me dirán, siendo esto parte de Magangué.
Pasa como en Bolívar, que Cartagena está, la capital no llega aquí, cierto, por la mala organización administrativa del país, pero, aquí han hablado del departamento del río que tiene que ver con este problema, pero, antes que nada, indudablemente, las vías son fundamentales, si el transporte acuático es más caro.
Nosotros en Pinillos hicimos, que allá lo primero que nos dijeron fue, la vía a Mompox, fue lo primero que nos dijeron, en Pinillos, y nos comprometimos y creo que está avanzando. La comunidad de Pinillos tiene que decirnos, porque uno cree allá en Bogotá que está avanzando y cuando viene aquí no hay nada, entonces, si la comunidad no avisa, la comunidad tiene que estar organizada.
Las cosas administrativas para la carretera Pinillos – Mompox pues se hicieron. Ahora hay que ver si la plata –no es que haya que conseguir la plata, la plata ya está–, lo que hay que hacer ver es que se meta realmente en la carretera y se haga la carretera.
Aquí nos han pedido, muy bien pensado, creo que eso tiene que ver con lo que yo estoy diciendo, pues buscar formas de industrialización de la producción del territorio. Y, por tanto, pues llevarlo, tener la posibilidad de transportarla. Eso es clave en mi opinión.
Yo tengo que ver, ya ustedes nos dirán, bueno, cuáles son los productos en donde la región podría tener más ventajas. Digamos que, en otros, por su tierra, por su clima, por precisamente por las condiciones de cantidad de agua que hay en el territorio, la ciénaga, el río, los ríos, todos diferentes, con comportamientos diferentes, pero esa industrialización me parece clave.
Si podemos pescar y enfriar el pez, pues el pescado ya no el pez, congelarlo, pues tenemos más posibilidades.
Si hay una producción ganadera y no hay un frigorífico aquí, no hay, ¿cómo se llama eso? Sí, un matadero con refrigeración, pues el ganado, tienen que llevárselo para otro lado, quizás, a pie, quizás, y se va perdiendo rentabilidad, cuando aquí se puede tener unas posibilidades para hacerlo.
Cuando hablan de un megacolegio para el territorio, pues obvio si los colegios están en el casco urbano de Magangué y está así de lejos, o en Pinillos, quizás, pues la juventud aquí tiene problemas para estudiar y el estudio es fundamental, porque si un joven que no encuentra un colegio aquí, al final, si es piloso, que la mayoría lo son, pues se va a buscar su estudio en otra parte y el territorio empieza a ser desocupado por su propia juventud.
El estudio ya hoy, entre otras, cuando uno habla de estudio, ya no habla solo de libros, habla de internet, es que ya no se estudia sino vía esos aparatos, y esos aparatos funcionan es con banda ancha, y si no hay banda ancha, pues, no hay libros, entonces, el estudio está ligado al internet.
El tema de la salud, que aquí vi el centro de salud que se inundó, lo cual significa que el alcalde que determinó ponerlo, no sé si fue la alcaldía, el alcalde que determinó poner ese puesto de salud ahí no sabía que era la crisis climática. Vuelvo, vuelvo al principio, entonces lo puso como quizás las escuelas, etcétera, los puso en zonas de alto riesgo. Y entonces el centro de salud cada vez que hay invierno se inunda, todas las veces.
Eso qué significa, ignorancia del tema. El centro, el centro de salud puede, puede estar bien hecho, puede estar bien intencionado, etcétera. Y su personal médico, seguro que hace todo el esfuerzo, pero al ponerlo en una zona de alto riesgo, pues condenó el centro de salud a que no funcione como está sucediendo en este momento.
Me dicen que en Barbosa sucedió lo mismo. Entonces, digamos, esto de los mapas de alto riesgo es fundamental. Es un deber de los alcaldes, ya la ley hace tiempos lo ordenó, pero no lo hacen.
Entonces, un alcalde no sabe dónde es que es la zona de más alto riesgo de su municipio y deja que la gente esté, por ejemplo, en una cordillera ahí, en una montaña y la montaña se cae y mata la gente, o deja que la gente se ponga en sitios en donde se van a inundar y, obvio se inunda la gente.
Y eso implica, y esto es un tema que yo quiero conversar con ustedes, porque me parece el más clave de lo que ha resultado de esta crisis, que es la reubicación.
Es un tema difícil, porque a nadie le gusta salirse del lugar donde se crio, o donde se enamoró por primera vez, o donde ha hecho su rancho, bueno, o donde ha escuchado la canción que le gusta, donde por las mañanas siempre canta el gallo y le gusta ese canto, y entonces, en otro lugar ese gallo no va a estar, etcétera.
Pero, lo que dije al principio, de que esto cada vez va a ser peor, nos obliga a que no podemos vivir en el riesgo. Ustedes han visto aquí, tienen más experiencia que nosotros, nos podrían enseñar que zonas se inundan y cuáles no. Yo he visto, cuando hemos venido en el helicóptero, un mar así. Pero hay zonas que se inundan y hay otras que no.
Por ejemplo, si uno se coloca en Sucre, La Mojana se inunda, todos sabemos, hay pedazos de La Mojana que se inundan y hay otros que no. Pero si uno se va hacia el norte de La Mojana, ya no se inunda. Hacia el norte de la La Mojana ya no hay inundación ni hubo inundación en este momento. Eso está lleno de haciendas ganaderas.
Nosotros necesitamos que siempre que se inunda, decida, libremente, ojo, libremente, si se quiere reubicar, porque el Gobierno estaría dispuesto a, donde está el riesgo de inundación –estoy hablando de campesinos– a comprar haciendas para que esos campesinos que siempre se inundan en La Mojana puedan tener, siempre tierra seca y fértil un poco más al norte, si quieren.
Las capacidades del Estado para comprar haciendas –porque aquí hablamos de bastante terreno– las tenemos. Los dineros, los tenemos. Las normas jurídicas para hacerlas, las tenemos.
Lo mismo podríamos hacer en ciudades. Entonces, si hay barrio de ciudades que siempre se inundan –claro, la persona dice, pues, protéjame el barrio. Resulta que no hay con qué protegerlo, porque el invierno va a ser cada vez más fuerte–, lo mejor es reubicar el barrio en una zona en donde nunca se va a inundar.
Y, entonces, el Estado, el Gobierno Nacional, me refiero, tiene la capacidad de comprar el terreno, de ayudar a hacer las viviendas y de garantizar que esa población nunca más vaya a tener un problema de riesgo climático, que es como hay que llamarlo.
¿Cuál es el problema de la reubicación? Que siempre hay que tener en cuenta que la población pueda tener algo de que vivir.
Si la población es pescadora, no se le puede llevar a una zona donde no hay rio, o no tiene acceso al rio o a la ciénaga. Si la población es agricultora no se le puede poner en un desierto.
Si la población está en un barrio urbano, pero tiene una razón, las posibilidades de salir a un rio para pescar, y de eso vive, en el barrio, pues no se le puede reubicar en un sitio donde pierda el acceso al rio, porque entonces, pierde el acceso a la comida.
Por eso, el sitio de reubicación tiene que ser escogido, no por un funcionario público, sino por un comité de la misma ciudadanía, de tal manera que no metamos a la población en un problema mayor del que tiene. Y, de tal manera, que no le impongamos a la población como es que va a ser la vivienda, o si va a ser de madera, o si va a ser de ladrillo, o si las tejas son de zinc, etcétera, sino que la población misma escoja los medios de construcción, ayude a construirlas, obviamente, la arquitectura de su barrio, que debe ser mejor que el que tenía.
Y ojalá sean decisiones comunitarias, porque no se trata de romper el tejido social. Entonces, sacar una familia y ponerla donde no conoce a nadie, sino de conservar el tejido social, porque el tejido social, en sí mismo, es una forma de protección. Ustedes acá lo habrán visto, habrá sido la familia que estando en territorio seco le abrió las puertas a quienes estaban con el agua en el cuello, o como sucedió con el centro de salud, logró reubicarse en otro lugar.
Eso no se logra si la gente no se conoce entre sí. No es una comunidad, porque entonces le cierran la puerta en la cara, sino si la comunidad permanece.
Por eso, en los mapas –y en esto, los alcaldes tienen un papel muy clave–, hay que decidir cuáles son los mapas de alto riesgo. En zonas de alto riesgo no debe vivir nadie. Entonces, debe procurarse la reubicación, porqué se garantiza la vida de los niños y de las niñas, de los bebés, se garantiza la vida.
Si nosotros nos quedamos viviendo en el alto riesgo por terquedad –a veces por miedo–, tarde que temprano, esos desastres cobrarán vidas humanas.
Entonces, este tema de la reubicación tiene que ser central en la UNGRD. Ya veo que hay compra de haciendas, que ya hay comunidades que se quieren reubicar, etcétera. Obviamente, hay zonas muy difíciles, como está. Esta, por estar seriamente deprimida, desde el punto de vista de su altura, lo que se inunda es todo. Entonces, de aquí a encontrar tierras secas, pues, prácticamente, hay que ir a otro departamento, a otra región completamente diferente, en donde tenemos un problema de violencia.
Pero hay territorios y hay ciudades en donde sí se puede. Entonces, en donde podamos tenemos que lograr ese tipo de reubicaciones. En donde no, tenemos que adaptar el territorio, constándonos mucho más dinero y, quizás, sin que las soluciones puedan ser a corto plazo, porque el agua es más poderosa que la ingeniería humana, Y eso, ustedes lo han visto. De eso debemos ser conscientes.
Fuente: Presidencia